El populismo y la dinámica de afecciones desde Spinoza

 

Por Cristina Abogado Compean

Durante los últimos años, el populismo ha cobrado un papel central en las dinámicas políticas de distintos países en el mundo, así, se ha convertido en objeto de estudio inevitable para distintas ciencias y disciplinas sociales y humanas, entre las que se incluye, por supuesto, la filosofía. Así, creemos que es imprescindible producir nuevos análisis que permitan, al menos, establecer comparaciones entre las distintas elaboraciones teóricas en torno al problema y lograr una perspectiva  que permita de mayor claridad.

Uno de los asuntos fundamentales en la arquitectónica conceptual del populismo es el uso y dinámica de las afecciones, en este sentido creemos que una gran aportación para el análisis de la dinámica de afecciones puede hacerse desde el spinozismo. La dinámica de las afecciones es una parte central para el desarrollo de la teoría del populismo, al menos desde las posiciones de Mouffe y Villacañas[1], sin embargo parece que estas son tratadas casi siempre desde una visión psicoanalítica –como sucede también con los análisis de Ernesto Laclau.

Si bien es cierto que el psicoanálisis se encuentra ligado a las reflexiones en torno al populismo, es importante también, como hemos dicho arriba, generar un análisis del mismo desde la postura spinoziana, ya que de esta manera produciremos un análisis de carácter orgánico, tal como sucede con el sistema del filósofo holandés.

Digo esto último debido a la construcción inmanente del vínculo entre las afecciones y el proceso del pensamiento de los sujetos, mismo que se desenvuelve  a lo largo de la Ética y nos permitirá presentar aquí una perspectiva alimentada por una filosofía que se distingue por tener un gran poder epistémico y metafísico y que combate entonces la separación entre la dinámica de las afecciones y la estructura de pensamiento y entendimiento de los sujetos:

La mayor parte de los que han escrito acerca de los afectos y la conducta humana, parecen tratar de no cosas naturales que siguen las leyes ordinarias de la naturaleza, sino de cosas que están fuera de ésta. Más aún: parece que conciben al hombre, dentro de la naturaleza, como un imperio dentro de otro imperio. Pues creen que el hombre perturba, más bien que sigue, el orden de la naturaleza, que tiene una absoluta potencia sobre sus acciones y que sólo es determinado por sí mismo. (Spinoza, 2015: 207)

Hemos decidido, pues, que para este breve texto es necesario presentar un primer esbozo de tres cosas que creemos fundamentales para evaluar el problema:

1.- Presentar un estado general de las cosas. Es decir, elaborar un breve mapa del entramado que permita la emergencia de los distintos movimientos populistas.

2.- Evaluar las condiciones que en efecto suceden durante el desarrollo del populismo en función de algunos textos presentados por Chantal Mouffe y José Luis Villacañas concentrándonos, por supuesto, en la dinámica de afecciones y las consecuencias políticas que el uso de ellas implica.

3.- Entrelazar la dinámica de las afecciones propuesta por los teóricos mencionados arriba con la teoría de la dinámica y uso de afecciones desde Baruch Spinoza.

¿Desde dónde partimos?

Hemos dicho que, en principio, es importante colocarnos en el estado actual de las cosas, ya que es sólo a través de la develación del entramado que sostiene aquello a lo que nos enfrentamos en el mundo político-social, que podremos entender, al mismo tiempo, el proceso de emergencia del populismo. Tanto Mouffe como Villacañas emprenden una evaluación de la situación política y social que permite ubicar el inicio del desarrollo del problema en el no reconocimiento de las demandas por parte de las instituciones, mismas que, según el mismo análisis, se encuentran cooptadas por una elite política y económica.

Esa negación de la inclusión de las demandas en la organización de las instituciones, si bien es una de las razones fundamentales para emprender la construcción del populismo, también existe aquello que es definido por Mouffe como un esencialismo marxista[2]:

Al inicio de Construir Pueblo, la misma Mouffe pone en claro las motivaciones personales que le inclinan a iniciar el trayecto político filosófico que ha recorrido; a través de ellas se pueden ver claramente las preocupaciones de la inclusión de las demandas que no han sido nunca parte fundamental de la lucha marxista de izquierda -como el feminismo o la lucha contra la discriminación de los homosexuales.

La subsunción de las demandas que han sido históricamente excluidas –ya sea desde la izquierda o desde la derecha- es el propósito fundamental del populismo. Se trata de una crisis de la representación política que debe ser asumida desde el establecimiento de una condición imaginaria de la subsunción total de las demandas. Esta última parte es fundamental; es claro que el nuevo movimiento que se gesta a través del populismo no puede representar –como tampoco lo hace ningún otro movimiento político- la totalidad de las demandas a las que se enfrenta, pero, la clave del populismo está justamente en asumir y promover la idea de que la totalidad de las demandas responde únicamente a aquellas demandas que no pertenecen a la élite política-económica:

[…] cuando se da una crisis orgánica, el sistema de la representación ya ha colapsado, aunque la carcasa estatal institucional siga intacta. Entonces se forma una representación popular nueva. Esta debe usar la democracia liberal para la conquista del poder ejecutivo. Sin duda, hacerse con el poder ejecutivo es la clave de toda la construcción populista. Una vez que es se ha conseguido, se coloca ya en el punto de partida de los populismos históricos. Sin embargo, lo que nunca hará el poder ejecutivo será usar el entramado institucional para atender demandas diferenciadas. […]. La cadena equivalencial y los paquetes de reclamos deben mantenerse insatisfechos, para que el pueblo siga unido. Esta insatisfacción se explica no por la ineficacia del ejecutivo, sino por las fuerzas profundas de la casta y la oligarquía, que todavía gozan de un poder decisivo en tanto aliados del capitalismo financiero internacional. […] (Villacañas,2017: 88-89)

En este sentido es crucial producir y gestionar una dinámica de las afecciones que permita darle un sentido y dimensión específica al enfoque de las demandas y generar entonces la línea política buscada por la lógica del populismo en cuestión.

 

¿Qué condiciones políticas se producen en función de la dinámica de afecciones?

La dinámica de afecciones es aquello que permite, dentro de la lógica del populismo, cooptar esta aparente totalidad de demandas y usarlas para la generación de un discurso político que permita la producción del pueblo. Aquí es importante detenernos en el concepto de pueblo, para entender más claramente hacia dónde son y deben ser dirigidos los esfuerzos, para concentrar las afecciones hacia un propósito político particular. El concepto de pueblo no es un dato que pueda ser únicamente asumido por la diligencia del movimiento, sino que, al contrario, este debe ser construido a la vez que se construye el movimiento mismo:

Me parece fundamental entender que la política consiste en la creación de un <<nosotros>> y que eso implica necesariamente la distinción de un <<ellos>>. Para mí la tarea democrática no es tratar de construir un nosotros completamente inclusivo, un nosotros sin un ellos, sino de construir la relación nosotros/ellos de una manera que sea compatible con la democracia pluralista. Esa relación nosotros/ellos no es la expresión de algo ya existente, de naturaleza esencialista, y es siempre el resultado de una construcción discursiva. Claro que algunas de esas construcciones van en contra de la democracia pluralista, pero hay otras que, al contrario, pueden ser muy importantes para darle vigor. Todo eso depende de cómo tú construyes las frontera […] (Mouffe 2015:50)

En esta dinámica de agonismo que es producida entre lo políticamente normal y anormal es donde las afecciones, así como su manejo y dinámica, cobra un papel central. El afecto, dentro del populismo es la determinación que en última instancia permite detonar la unidad política de las diversas demandas que se pretenden enlazar con populismo. Las afecciones y su dinámica funcionan como una suerte de significante que, aun con un contenido específico, aparece, a la vez, como un significante vacío que permite el acceso y unificación de las demandas:

El afecto es la investidura que destaca un significante en una cadena de significación. No existe por sí sólo sin el lenguaje. Carga un significante con una inversión de diferencia. Es como un título de bolsa que lleva el nombre de nuestro padre. Ese título adquiere un valor afectivo diferente que hace que me relacione con todos mis títulos de otra manera. Ese título lleno de afecto hace que mantener todos mis ahorros en bolsa sea como un acto de fidelidad filial. Solo el afecto hace que articule una relación de totalidad con mis títulos. Esa potencia de cubrir una serie entera de representaciones con un significante es el afecto. El objeto parcial se convierte en una totalidad.[…] (Villacañas, 2017:77)

Las afecciones en el mundo del populismo aparecen entonces como el significante que permite la regulación de los afectos de los sujetos, generando así una misma intención política que fluctuará en función de aquello que dicte la militancia dirigente. Así, también, las afecciones cobran un papel central ya que son y generan la determinación que permite la unificación de un proyecto político de los no-representados, presentándose al mismo tiempo como un proyecto que abarca una supuesta totalidad.

Afecciones en Spinoza y el populismo

Ya hemos planteado de modo muy general el estado de la situación política y social, y como es que ese mismo contexto histórico-material permite la emergencia del mismo populismo. También hemos presentado un breve esbozo sobre el papel que ocupan las afecciones en las construcciones políticas del populismo y como son estas mismas dinámicas las que permiten que aparezca la condición de posibilidad de la aparente unidad absoluta del proyecto político en cuestión. Sin embargo, como dijimos al inicio, la definición y el papel del afecto dentro del populismo tiene una inclinación claramente psicoanalítica que no permite del todo la unidad o vínculo orgánico entre sujeto y objeto; frente a ella pondremos, aunque no en contraparte, una breve descripción de la definición y el papel de los afectos en el sistema spinoziano, y a través de ella intentaremos ampliar la discusión en torno a las afecciones para alimentar el desarrollo del problema.

Al inicio de la parte tercera de la Ética demostrada según el orden geométrico, Spinoza define:

Por afectos entiendo las afecciones del cuerpo, por las cuales aumenta o disminuye, es favorecida o perjudicada, la potencia de obrar de ese mismo cuerpo, y entiendo al mismo tiempo, las ideas de esas afecciones.

Así pues, si podemos ser causa adecuada de alguna de esas afecciones, entonces entiendo por <<afecto>> una acción; en los otros casos, una pasión. (Spinoza,2015: 209-210)

Me gustaría hacer notar con esta cita dos cosas en particular:

  1. Spinoza deja claro que las afecciones, aunque se asimilan directamente por el cuerpo, no quedan reclusas ahí, sino que por la unidad entre afecciones y pensamientos –así como la de cuerpo y alma-, estas son parte de un mismo sistema de relaciones sin separación ontológica, lo que permite que los procesos de emergencia de las afecciones puedan ser entendidos por el pensamiento.
  2. Hay una distinción entre acción y pasión, misma que deriva de la develación o la no puesta en evidencia, según corresponda, de los entramados causales de las afecciones que nos interpelan.

Las afecciones juegan entonces un papel que no se reduce al uso de las mismas como un criterio externo de una supuesta manipulación de los sujetos políticos, sino que, al contrario, aparecen como una forma de establecer un vínculo orgánico entre los sujetos políticos y la dimensión de liderazgo del proyecto político en cuestión.

Ahora, si bien es cierto que las teorías en torno al populismo producen un lugar central para el uso de las afecciones, no por ello dedican un estudio en sentido ético, político y epistémico en torno a las mismas, como sucede con Spinoza. Hemos dicho ya que el uso de las afecciones en el populismo es central para establecer una subsunción de las demandas que no fueron encausadas al camino político hegemónico por las instituciones, pero a pesar del papel central que les conceden, no logran establecer una arquitectónica conceptual que pueda dar claridad a la relación epistémica entre las supuestas dos partes de la relación política.

La posición spinozista nos permite una visión conceptual mucho más amplia ya que elabora, no sólo en torno al mero uso inmediato de las afecciones, sino también en torno  a las formas en las que estas se presentan, y de cómo aumentan o disminuyen las potencias de obrar de los individuos; hay que agregar aquí que esta escisión permite, según nuestra tesis establecer una distinción entre populismos de izquierda y derecha:

La idea de cuanto aumenta o disminuye, favorece o reprime, la potencia de obrar de nuestro cuerpo, a su vez, aumenta o disminuye, favorece o reprime, la potencia de pensar de nuestra alma. […]

Escolio: Vemos, pues, que el alma puede padecer grandes cambios, y pasar, ya a una mayor, ya a una menor perfección, y estas pasiones nos explican los afectos de la alegría y la tristeza. De aquí en adelante, entenderé por alegría: una pasión por la que el alma pasa a una mayor perfección. Por tristeza, en cambio, una pasión por la cual el alma pasa a una menor perfección. […] (Spinoza, 2015: 224)

Utilizar a las afecciones, no sólo como forma de producción vinculante de la multitud o pueblo, sino también como criterio de distinción entre un populismo de izquierda y de derecha permite generar una militancia que, aunque no siempre logre hacerse inteligibles los procesos de producción de las objetivos políticos, puede, al menos, asegurar que bajo ciertas determinaciones afectivas su potencia de obrar no se verá disminuida, sino, más bien, aumentada y de ese modo el compromiso real con la militancia política no será recluido únicamente a la exclusividad de una élite intelectualista.

Si bien no hemos planteado aún vínculos profundos entre el spinozismo y el populismo, creemos haber logrado por ahora únicamente dilucidar un espectro sumamente general del problema y una aún incipiente relación con el spinozismo, que permita un mayor entendimiento y claridad en torno al uso de las afecciones como forma de construcción del pueblo o multitud, así como un criterio para distinguir entre las lógicas del populismo y los aumentos y disminuciones de las potencias de obrar.

A modo de conclusión, sólo me gustaría insistir en la importancia del establecimiento de un diálogo entre el spinozismo y el populismo; siendo los afectos una parte sustancial de esta elaboración política, es fundamental extender la investigación hacia dimensiones que no se asumen únicamente como políticas, sino que se saben y producen como epistemológicas y éticas, tal cual es el caso de Baruch Spinoza, razón por la cual, decidimos vincularle aquí.

 

Notas

[1] En Populismo de José Luis Villacañas se presentan distintos ejemplos en torno a esta cuestión, presentamos uno de los correspondientes a la sección “Una teoría social y teoría de la comunicación”:

En realidad, el populismo dispone de una política comunicativa ultramoderna dirigida al afecto, al sentimiento, a la teatralidad y a la espectacularidad, lo que podemos llamar producción de homogeneidad, de algo común. Sabe algo: que el lenguaje tiene una gran capacidad de producir efectos sociales, sentimientos, imitaciones. Por eso Laclau ha podido decir que <<lo que importa es a determinación de las secuencias discursivas a través de las cuales un movimiento o una fuerza social llevan a cabo su acción política global>>. Esta secuencia discursiva en las prácticas comunicativas, esta retórica, es la clave del populismo. (Villacañas, 2017:46)

[2] Para la teoría política un punto importante de la crítica al esencialismo ha sido poner en cuestión la categoría de sujeto como una identidad racional transparente que, al ser fuente de sus acciones, puede imponer un significado homogéneo en todo el espectro de su conducta. El psicoanálisis, por ejemplo, ha demostrado que, lejos de estar organizado alrededor de la transparencia de un ego, la personalidad está estructurada en una serie de niveles que existen fuera de la consciencia y de la racionalidad de los agentes. El autodominio del sujeto, que es un tema central en la filosofía moderna, es precisamente lo que según Freud nunca puede ser alcanzado. Es a partir de esa perspectiva que se desarrolla nuestra crítica al esencialismo marxista.  (Mouffe, 2015:11)

 

Bibliografía

Bibliografía

Mouffe, Chantal, et al (2015); Construir Pueblo. Hegemonía y radicalización de la democracia; Ed. Icaria; Barcelona.

Mouffe, Chantal y Laclau Ernesto (2001); Hegemonía y estrategia socialista. Hacia una radicalización de la democracia; Ed. Siglo XXI España; Madrid.

Spinoza, Baruch (2015); Ética ordenada según el orden geómetrico; Ed. Alianza, Madrid.

Spinoza, Baruch (2010); Tratado político; Ed. Alianza, Madrid.

Tatián, Diego (2015) ; La cautela del salvaje. Pasiones y política en Spinoza; Ed. Colihue; Argentina.