Abraham Ibn Ezra (1089-1164)

Poeta, gramático, comentador bíblico, filósofo y astrónomo andalusí. Nació en Tudela, de donde tuvo que escapar debido a la llegada de la dinastía magrebí de los Almohades (Sokolow, p. 271). Compuso poesía, comentarios bíblicos, estudios gramaticales, tratados filosóficos y textos astrológicos. Sin contar los poemas, sus obras alcanzan el número de sesenta y uno (Sela / Freudenthal, pp. 18-22). Fue cercano de Juda Halevi, a quien cita ocasionalmente en sus comentarios bíblicos, y de quien se dice que se convirtió en su padre adoptivo. Ibn Ezra jugó un papel fundamental en la transmisión de los descubrimientos lexicográficos y gramáticos de sus predecesores, incluyendo Juda Hayyuj y Jonah ibn Janah, de los cuales tradujo algunas de sus obras del árabe al hebreo (Sokolow, p. 271), si bien, la atribución de tales traducciones parece estar en duda actualmente (Sela / Freudenthal, p. 14). Respecto a sus ideas filosóficas, muchas siguen la tendencia neoplatónica del malagueño Ibn Gabirol (el Avicebrón de los latinos). Esto se refleja en su comentario a la Torah, cuyo título —Base de Respeto y Secreto de la Ley— nos habla ya de la adopción de una postura esotérica de la interpretación de las Escrituras. Así, nos dice que “creación” tiene dos sentidos más, además del explícito “salir de la nada” que se encuentra en el Génesis. El primero sería el brotar del no ser de la cosa, por transformación de la materia y la forma primeras, mientras que el segundo sería el proceder de una privación, como la tiniebla es la privación absoluta de la luz (Cruz Hernández, pp. 78-79). De este modo, Ibn Ezra puede situar los procesos que la física aristotélica denominó “generación y corrupción” como formas de creación divina. Asimismo, la creación presenta un orden de descenso desde el Uno hacia la multiplicidad y el hombre ocupa un lugar intermedio entre lo superior y lo inferior, por lo que es capaz de ascender hasta “el umbral de la sabiduría divina”, asequible por tres vías: 1. La revelación como instrucción interior, ya que Dios sólo se comunicaría con los seres humanos por medio de sus enviados o ángeles (hecho por el que considera que Moisés no era estrictamente humano sino “forma pura”), 2. El conocimiento racional, desarrollado por la inteligencia humana, 3. La Profecía. Además, reconoce tres tipos de sabios: 1. los que alcanzan el conocimiento por medio de la razón y llegan así a las leyes naturales, 2. los que logran también el conocimiento de las leyes que gobiernan el mundo celeste, que son los astrólogos y 3. Los que, sabiendo los más grandes secretos, obran prodigios que superan las leyes naturales, los Profetas (Cruz Hernández, pp. 79-80).

 

 

 

Bibliografía

 

Cruz Hernández, M. (2000) Historia del Pensamiento en el Mundo Islámico, Vol. II. El pensamiento de al-Ándalus (siglos IX-XIV). Madrid: Alianza.

 

Sela, S. & Freudenthal, G (2006) Abraham Ibn Ezra’s Scholarly Writings: A Chronological Listing”, (pp. 13-35), Aleph, 6.

 

Sokolow, S. (2011) Ibn Ezra. En Baskin, J. R. ed., The Cambridge Dictionary of Judaism and Jewish Culture. (p.  271) Cambridge: Cambridge University Press.

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